Actores externos en la mesa: Puede la mediación internacional servir a la paz local

Este artículo examina la mediación de Catar en el conflicto entre la RDC y el M23 como una vía para explorar el papel cambiante de los actores no tradicionales en los procesos de paz. Evalúa críticamente los desafíos y oportunidades de la mediación externa, destacando la necesidad de una participación inclusiva, un liderazgo regional y mecanismos de rendición de cuentas. En un mundo multipolar, el texto aboga por un enfoque más adaptativo y basado en principios para la construcción de la paz, que sitúe las necesidades de las poblaciones afectadas en el centro y aborde las causas profundas del conflicto.

ARTICULO ANALITICO

stephanie Mwangaza Kasereka

7/23/20257 min leer

Los esfuerzos de mediación emprendidos por Doha en el conflicto entre la República Democrática del Congo (RDC) y el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) han suscitado críticas considerables. Estas preocupaciones no carecen de fundamento, ya que reflejan temores sobre la externalización de los procesos de paz, la marginación de iniciativas lideradas por África y la posible normalización de actores armados no estatales mediante su reconocimiento diplomático. Sin embargo, estas críticas a menudo no logran captar plenamente la transformación estructural más amplia en la resolución contemporánea de conflictos, especialmente dentro de un sistema internacional cada vez más interconectado.

La participación de actores no tradicionales o periféricos, como Catar, indica un cambio en las modalidades de construcción de paz. La diplomacia ya no es dominio exclusivo de las potencias tradicionales o cercanas, sino que está cada vez más moldeada por una gama diversa de actores globales. Esta evolución es representativa de un entorno diplomático multipolar, en el que Estados pequeños con influencia estratégica y capital reputacional desempeñan papeles de intermediación en conflictos muy alejados de su esfera geográfica inmediata.

Por lo tanto, si bien es importante examinar las implicaciones de la mediación de Doha, también es crucial situarla dentro de esta arquitectura cambiante de la diplomacia internacional, evaluando tanto sus limitaciones como su potencial para contribuir de manera significativa a una paz duradera.

La cuestión clave no es si la mediación externa en este caso, la de Doha es intrínsecamente buena o mala, sino más bien: ¿cómo puede utilizarse responsablemente dicha mediación para servir a la paz, la justicia y los intereses de las poblaciones más afectadas?

1. Más allá de la geografía: repensando quién puede mediar

Históricamente, la mediación en conflictos ha sido un terreno dominado por actores regionales y potencias occidentales tradicionales. Por ejemplo, durante la guerra de Bosnia (1992–1995), surgida tras la disolución de Yugoslavia, la Unión Europea (UE) y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) desempeñaron un papel crucial en la negociación de los Acuerdos de Dayton. En Asia, un ejemplo destacable de mediación regional fue el de los Acuerdos de Paz de París sobre Camboya en 1991, impulsados por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). En América Central, los conflictos en El Salvador, Guatemala y Nicaragua fueron mediados en 1983 a través del Grupo de Contadora, integrado por México, Colombia, Venezuela y Panamá. En Oriente Medio, los Acuerdos de Camp David de 1978, liderados por Estados Unidos, lograron un acuerdo de paz entre Egipto e Israel. Más recientemente, el acuerdo entre la RDC y Ruanda firmado en Washington en junio de 2025 sigue esta tradición de iniciativas de paz lideradas por Occidente.

Los esfuerzos actuales de mediación emprendidos por Doha en el conflicto RDC-M23 han enfrentado críticas, sobre todo debido al estatus de Catar como actor no regional y no occidental tradicional. Quienes critican argumentan que los actores regionales sean estados u organizaciones— están mejor posicionados para liderar procesos de mediación debido a su proximidad geográfica, familiaridad cultural y vínculos históricos con las partes implicadas. En el caso de la RDC, instituciones como la Unión Africana (UA), la Comunidad del África Oriental (EAC), Angola o la Comunidad de Desarrollo del África Austral (SADC) suelen ser percibidas como mediadores más legítimos y eficaces.

No obstante, la implicación de un actor no occidental ni regional como Catar refleja una evolución más amplia en la diplomacia global y la resolución de conflictos. A medida que las relaciones internacionales se interconectan más, surgen nuevos mediadores creíbles que a menudo aportan enfoques innovadores y menos cargas históricas vinculadas al imperialismo. Aunque se debe examinar la legitimidad y eficacia de estos mediadores, sus contribuciones no deben descartarse automáticamente.

Es crucial que cualquier esfuerzo de mediación, independientemente de quién lo lidere, priorice los intereses y el bienestar de las víctimas del conflicto. Los beneficios para las partes deben estar claramente definidos, ser mutuamente respetados y basarse en un compromiso con la justicia y la paz sostenible. En una era de paisajes diplomáticos cambiantes, el enfoque debe estar menos en quién media y más en cómo se emplea la mediación de manera responsable y efectiva para poner fin al sufrimiento y construir una paz duradera.

2. Equilibrar la participación externa con el liderazgo regional

En un mundo cada vez más interconectado, la resolución efectiva de conflictos requiere la colaboración de mediadores tradicionales y no tradicionales. En lugar de ver a los actores emergentes como intrusos en un dominio históricamente cerrado, su implicación debe considerarse una oportunidad para abordar las deficiencias de los enfoques convencionales.

Los mediadores tradicionales potencias occidentales, gobiernos locales y organizaciones regionales han desempeñado roles centrales en procesos de paz anteriores, pero cada uno con limitaciones inherentes. Las potencias occidentales a menudo cargan con agendas geopolíticas o legados neocoloniales, lo que mina la percepción de neutralidad. Los estados locales, si bien están mejor informados sobre el contexto, pueden carecer de imparcialidad o estar directamente implicados en el conflicto. Las organizaciones regionales, aunque dotadas de legitimidad, suelen ser lentas debido a su burocracia, y su eficacia puede verse mermada si una parte clave no forma parte del marco institucional.

En este contexto, mediadores no tradicionales como Catar aportan nuevas estrategias diplomáticas, neutralidad y una menor carga histórica. Pueden ofrecer mayor flexibilidad, formatos innovadores de negociación y servir de plataformas neutras cuando los actores tradicionales están comprometidos o resultan ineficaces. Por ello, en vez de reemplazar mecanismos existentes, estos nuevos mediadores deberían integrarse en una arquitectura de paz más plural y adaptativa, donde las fortalezas de un actor compensen las debilidades de otro.

Existen precedentes documentados de mediadores no tradicionales que han desempeñado roles clave, como la facilitación de Noruega en los Acuerdos de Oslo de 1993 entre Israel y la OLP (Council on Foreign Relations, 2020), o la participación discreta del Vaticano en la restauración de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba en 2014 (The Guardian, 2014).

3. Inclusión como requisito para una paz sostenible

Todo proceso de mediación creíble debe implicar no solo a los gobiernos de las partes, sino también a los actores de la sociedad civil. En el caso de la RDC, esto implica la participación activa de la sociedad civil congoleña, las comunidades locales y, especialmente, de las víctimas.

Una debilidad persistente de los esfuerzos tradicionales de mediación es la falta de voluntad política entre las élites para entablar un diálogo inclusivo. En la RDC, el control limitado del gobierno central sobre vastas áreas del país ha generado una percepción generalizada de abandono (Bertelsmann, 2024). En consecuencia, muchos ciudadanos congoleños perciben los acuerdos de paz como desconectados de sus realidades cotidianas.

Para que la mediación tenga resultados duraderos, debe ir más allá de la gestión temporal del conflicto y abordar las causas estructurales profundas de la inestabilidad, como la mala gobernanza, el desplazamiento forzado y la exclusión económica crónica. Solo mediante la inclusión genuina de los más afectados, los procesos de mediación pueden ganar legitimidad, fomentar la rendición de cuentas y contribuir a una paz duradera.

4. Responsabilidad en la mediación: evitar la legitimación de grupos armados

Más allá del debate sobre la legitimidad de mediadores no tradicionales, existe la preocupación sobre la legitimación de grupos rebeldes como el M23. Por un lado, involucrar a grupos armados en negociaciones puede sentar un precedente peligroso: otros podrían recurrir a la violencia para obtener reconocimiento político. Esto socavaría el objetivo fundamental de una paz duradera.

Por otro lado, evitar totalmente el diálogo con actores responsables de la violencia plantea serias interrogantes: ¿cómo alcanzar un acuerdo de paz significativo o garantizar justicia si se excluye a los principales perpetradores? Sin embargo, todo estado que negocia con grupos armados debe mantener una posición firme, asegurándose de que el diálogo no recompense la criminalidad, sino que allane el camino hacia la justicia, el desarme y una paz sostenible.

5. Hacia una mediación responsable: condiciones clave

Para que los mediadores externos, especialmente los no tradicionales, desempeñen un papel constructivo en los procesos de paz, deben observarse ciertos principios fundamentales:

  • Transparencia: los procesos deben contar con objetivos claros, marcos inclusivos y comunicación abierta con las comunidades afectadas. 

  • Liderazgo local: los mediadores deben actuar como facilitadores que empoderan a los actores nacionales y comunitarios, organizaciones civiles y a las víctimas a definir el rumbo del proceso.

  • Mecanismos de rendición de cuentas: es crucial monitorear los acuerdos, documentar violaciones de derechos humanos y garantizar que los esfuerzos de justicia y reconciliación no sean sacrificados. 

  • Coordinación regional: los mediadores deben reforzar y no reemplazar las iniciativas de actores regionales como la UA, la SADC o la EAC. 

  • Neutralidad y respeto del derecho internacional: todo proceso debe priorizar los derechos humanos, la justicia y la estabilidad a largo plazo, evitando la impunidad.

Estos principios no buscan reemplazar a los mediadores tradicionales, sino complementar el sistema de construcción de paz en un entorno internacional cambiante. La inclusión de actores no tradicionales refleja una diplomacia más diversa y ofrece oportunidades para llenar vacíos donde los mecanismos convencionales han fallado.

6.Conclusión

Ya sea que la mediación provenga de actores tradicionales o no convencionales, su verdadero valor radica en cómo se emplea para promover la paz, la justicia y el bienestar de las comunidades afectadas. Con una diplomacia global cada vez más diversificada, la emergencia de nuevos mediadores marca una evolución significativa. Pero para que esta mediación sea eficaz, debe guiarse por principios claros: transparencia, inclusión, rendición de cuentas, coordinación regional y respeto por el derecho internacional.

La clave del éxito no está en quién lidera la mediación, sino en cómo se estructura y si aborda o no las raíces del conflicto. Solo entonces, la mediación externa podrá transformarse en un instrumento auténtico de paz duradera y justicia real. 

Referencias 

AP News. (17 de diciembre de 2014). Pope played crucial role in US-Cuba rapprochement. https://apnews.com/article/pope-francis-us-cuba-diplomatic-ties-63b8417065c945e7a26c5aecc5857e52

Bertelsmann Stiftung. (2024). BTI 2024 country report — Congo, Democratic Republic. https://bti-project.org/en/reports/country-report/

Council on Foreign Relations. (22 de diciembre de 2020). Norway: From mediator to persecutor of Israel. https://www.cfr.org/blog/norway-mediator-persecutor-israel

Council on Foreign Relations. (24 de julio de 2025). Violence in the Democratic Republic of Congo. Global Conflict Tracker. https://www.cfr.org/global-conflict-tracker/conflict/violence-democratic-republic-congo

Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega. (10 de octubre de 2014). Norway's involvement in the peace process in the Middle East. https://www.regjeringen.no/en/dokumenter/involvement/id420034/

Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). (1995). Dayton Peace Agreement: Conflict prevention and resolution. https://www.osce.org/mission-to-bosnia-and-herzegovina/conflict-prevention-and-resolution

Radio France Internationale. (6 de junio de 2025). Congo-Kinshasa: Qatar offers proposal in stalled peace talks between DRC and M23. allAfrica.com. https://allafrica.com/stories/202506060285.html

The Guardian. (17 de diciembre de 2014). Pope Francis and the Vatican played key roles in US-Cuba thaw, leaders reveal. https://www.theguardian.com/world/2014/dec/17/us-cuba-pope-francis-key-role